13 de septiembre, 2017
Vivimos en lo que me parece un viaje multidimensional, estamos en constante cambio, en constante evolución. A veces nos dejamos llevar por la inercia y la energía necia de la rutina, olvidando que todos tenemos un propósito más allá del simple devenir cotidiano.
Más allá que trabajar.
Más allá que estudiar.
Más allá que el irse por unas chelas a pendejear.
Para mí es muy claro que el ser humano sólo puede trascender de una manera: conectándose. Quizás es por esta necesidad tan intrínseca de nuestra raza que hemos evolucionado desde las pinturas rupestres hasta el iPhone de última generación en la palma de nuestras manos... Hasta este blog, en donde les escribo.
Los momentos más importantes de mi vida son enmarcados por conexiones, en su mayoría humanas pero también con la naturaleza, con la historia y el legado de nuestros antepasados y, claramente, con lo inexplicable o con lo que muchos llaman "Dios".
Si estás leyendo esto es porque en algún momento conectaste conmigo y quiero agradecerte por ese detalle, por el mucho o poco tiempo que me dedicaste. Aunque no lo creas, me cambiaste.
Vivimos momentos de caos, de incertidumbre, y es en medio de esta oscuridad que entendemos lo breve que es nuestra existencia y lo frágiles que somos. Aunque yo no estuve ahí, he sentido el dolor de mi gente y he rezado porque todo mejore. Me siento con una responsabilidad muy grande y quiero hacer un cambio desde donde estoy ahora.
Estoy orgullosa de los amigos que tengo y de cómo han reaccionado ante esta crisis. De repente uno se da cuenta de que es un adulto y que el cambio está en nosotros.
Aún no me queda claro qué es lo que voy a hacer, pero sé que las conexiones que he hecho hasta ahora deben trascender a algo extraordinario. Gracias por existir, gracias por seguir aquí.
Lu
Vivimos en lo que me parece un viaje multidimensional, estamos en constante cambio, en constante evolución. A veces nos dejamos llevar por la inercia y la energía necia de la rutina, olvidando que todos tenemos un propósito más allá del simple devenir cotidiano.
Más allá que trabajar.
Más allá que estudiar.
Más allá que el irse por unas chelas a pendejear.
Para mí es muy claro que el ser humano sólo puede trascender de una manera: conectándose. Quizás es por esta necesidad tan intrínseca de nuestra raza que hemos evolucionado desde las pinturas rupestres hasta el iPhone de última generación en la palma de nuestras manos... Hasta este blog, en donde les escribo.
Los momentos más importantes de mi vida son enmarcados por conexiones, en su mayoría humanas pero también con la naturaleza, con la historia y el legado de nuestros antepasados y, claramente, con lo inexplicable o con lo que muchos llaman "Dios".
Si estás leyendo esto es porque en algún momento conectaste conmigo y quiero agradecerte por ese detalle, por el mucho o poco tiempo que me dedicaste. Aunque no lo creas, me cambiaste.
Vivimos momentos de caos, de incertidumbre, y es en medio de esta oscuridad que entendemos lo breve que es nuestra existencia y lo frágiles que somos. Aunque yo no estuve ahí, he sentido el dolor de mi gente y he rezado porque todo mejore. Me siento con una responsabilidad muy grande y quiero hacer un cambio desde donde estoy ahora.
Estoy orgullosa de los amigos que tengo y de cómo han reaccionado ante esta crisis. De repente uno se da cuenta de que es un adulto y que el cambio está en nosotros.
Aún no me queda claro qué es lo que voy a hacer, pero sé que las conexiones que he hecho hasta ahora deben trascender a algo extraordinario. Gracias por existir, gracias por seguir aquí.
Lu
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