sábado, 29 de abril de 2017

Para otro Brad Pitt, de cualquier bar (AEN)

Cuando te conocí pensé que eras diferente, que al fin saldría del nefasto círculo vicioso de citas por internet que me tenía hasta la madre, con perdón de la expresión.

Te luciste en la primera cita, tratando de impresionarme con el restaurante nice, la botella de vino, todo el reverendo acto. Luego tu mensaje: "me gustaría que sólo saliéramos tú y yo, no pienso salir con nadie más". Te luciste, neta.

Dos meses después caigo en cuenta de que eres igual que todo el resto de grandes patanes con los que he salido, salvo que tu tuviste el cinismo de declararlo y aún así esperar que yo lo aceptara. "No etiquetemos esto," dijiste. Y yo de idiota, pensando que tenías razón.

Sinceramente hoy llegué a mis límites, dándome cuenta de que básicamente me he convertido en una sirvienta de entrada por salida, yendo a tu casa cuando tú tienes tiempo y a la hora que te conviene. Aceptando recibir un mensaje tuyo cuando te viene en gana. Fingiendo que estoy bien con tu "estilo" de relación en la que ni siquiera compartes un bledo de quién eres en realidad.

Ya estoy harta el queque de salir con el estándar de hombre que no puede expresarse fuera de sus mensajes de texto, que no puede comprometerse a nada más que a lo que le conviene, que no cree en el amor verdadero...

Yo sí creo, o creía. Pero cade vez que me golpean entre lo que me parece el  hipotálamo cerebral y el ventrículo derecho del corazón, creo que ya no me quedan energías para volver a intentarlo. Sinceramente quisiera construir una gran barrera invisible que me resguarde de otro rufían, de otro estafador, de otro pelele.

Ya no me queda fuerza.
Ya no.

Discúlpame, pero no.
Ya no quiero salir contigo, ya no quiero que me des en la torre, ya no quiero fingir que no importa que no estemos yendo a ningún lado. Llévate muy lejos tus ideas de relación casual y de pinche sexo sin compromisos.

No soy esa persona,
no funciona para mí.

Suerte con tu vida, te deseo lo mejor, pero merezco a alguien que al menos le interese saber quien soy y no le de hueva llamarme por teléfono o venir a recogerme a mi casa, al menos una vez en su miserable vida...

Y Lucía le mentó la madre, sin ningún recelo, a otro de tantos que tuvo la "fortuna" de conocer en algún bar cerca de aquella tienda que suele frecuentar en el sur de la ciudad. 

jueves, 6 de abril de 2017

Cuando te metes hasta la cocina (AEN)

Y ella estaba ahí, igual que muchos otros.
Estaba totalmente ausente.

Ausente mientras comenzaba el día,
mientras lavaba la ropa,
mientras escribía correos,
mientras trabajaba,
mientras preparaba su almuerzo,
mientras se bañaba
y mientras se vestía.

Y se imaginaba qué pensaría él de ese vestido, o de esos zapatos (si es que al menos los notaba).
Y se imaginaba qué pensaría él de su perfume, o de su nuevo peinado.
Y se imaginaba que él le escribía un mensaje de texto sutil pero cariñoso.

Lo cierto es que Lucía estaba algo infatuada y le molestaba profundamente. Pese a lo supuestamente fabuloso que suena enamorarse de alguien, no lo es cuando uno lo hace solo o casi solo. El sujeto en cuestión había sido amable con ella, le dio la mano en el cine y hasta le abrió la silla en el restaurante-cuestión que es muy raro ver hoy en día. Sujeto mostró bastante interés en un inicio, mandando mensajes en las mañanas, mostrando interés por la vida de ella. Tan pronto ella le mostró que el interés era tan correspondido como para pasar a niveles más personales, las atenciones constantes disminuyeron. Ella lo atribuyó a que no se hizo la difícil. Yo, para serles sinceros, no tengo idea de si ella esté en lo cierto, pero...

-¿No crees que puede estar ocupado?
-¿Ocupado todo el día?
-Los hombres no son como nosotras, sabes, creo que son más desapegados.
-Te crees muy gracioso cuando dices "nosotras", ¿verdad?
-Me gusta más porque sé que te molesta.
-Tú no eres ese tipo de gay...
-No, pero me divierte molestarte, eres molestable. ¡Deja de ponerme los ojos en blanco!
-Menso, haha... es imposible no ponerte los ojos en blanco cuando me molestas tanto. En fin... mi ex no era así, él me escribía diario.
-Bueno, pero no toda la gente es igual.
-Para mí que fue porque ya le di privilegios que no merecía. No tengo idea de cómo manejar estas cuestiones modernas de tener relaciones sin compromisos.
-Ya nadie quiere atarse a nadie.
-Eso no es verdad, conozco a mucha gente que sí se ha casado.
-Bueno, entonces déjalo. Claramente no es él lo que estás buscando.
-Pero me gusta. Igual y después él sí se enamora de mí, ¿no?

A veces no entiendo la forma de pensar de las mujeres, algo en su cromasoma X adicional les da una tendencia a vivir en un mundo de ilusiones inocente, con unicornios y castillos. Dada mi experiencia de narrador, me siento con la libertad de afirmar que las mujeres en su mayoría son unas románticas irracionales, sobre todo antes de los 30. A los 30, si es que no lograron atrapar a su príncipe, suelen tener una crisis existencial que: A) Las vuelve unas cínicas respecto al amor y deciden vivir una vida de locura, pues la vida de cordura y niñas bien no les funcionó o B) Las vuelve unas depresivas-obsesivas por encontrar al monigote que les prestará su semillita para procrear al hijito que les urge tener, porque el reloj biológico no perdona. Este segundo grupo me da, en lo personal, miedo.

-Lu, y ¿si no se enamora? ¿No crees que puede que estés perdiendo el tiempo?
-Si me hace de desayunar, claramente es un buen tipo, ¿no?
-Formidable. Tipazo. Seguro mañana te pide que sean novios.
-Haha... se nota tu sarcasmo, cañón.

En realidad, no sé qué consejo podría darle a esta mujer. Como lo saben, estimados lectores, yo nunca he estado enamorado, soy un simple narrador. No obstante, creo que es pertinente opinar que el pensar todo tan a detalle a veces no lleva a nada bueno. Lo mejor de la vida pasa cuando uno se deja llevar, ¿no?

-Lu, creo que deberías vivir un poco. Ya deja de pensar tanto. De todos modos, si no se enamora, pues igual ya te la pasaste padre, ¿no?
-Sí... y quizás me perdí de la oportunidad de conocer a alguien que realmente me tome en serio.
-Ah... ¿sí? ¿Crees que alguien te va a tomar en serio cuando te vas a ir a tu viajecito de seis meses por el mundo?
-Odio mi vida.
-¿Neta? Te vas a hacer un viaje que pocos hacen y estás arruinándotelo por un tipo equis...
-No es equis.
-No, porque te hace el desayuno... No ma.
-Tal vez no me debería ir. Tal vez es un error, ya me he ido tantas veces y de qué me sirvió... Tal vez deba quedarme por él esta vez.
-¿Por un tipo que te hizo huevos con salchicha?
-¿Qué?
-Perdón, dijiste Hot Cakes, calientitos y con chantilli, ¿verdad?
-No, ni huevos, ni salchichas, ni chantilli, ni hot... ¿me estás albureando?
-Hahahaha.... ¡ya sé! Te hizo riiiiico, más bien.
-¡Ya cállate!

Y Lucía volvió a voltear a ver su celular. Sin importar cuán bueno estuvo aquel desayuno, era evidente que el chef no la tenía en su receta personal de rutina diaria.

-Ya, ya. Tienes razón. Me vale. Estaba mejor sin él. Estaba mejor sin nadie.
-Mmmta. Ahora nos vamos al extremo de la solterona amargada.
-¿Qué quieres de mí, Quique?
-Que te dejes de mal viajar. Sólo deja que fluya la vida. Si este tipo va a tomarte en serio, lo hará. Sólo, por fa, deja de que quedarte para desayunar.
-Eso sí que es difícil.
-No, mijita, ahora sí, ya te encul...

¿Mi recomendación? Déjense llevar, pero tengan en cuenta de que el que se lleva, se aguanta. Si van a desayunar, no esperen que esto sea un pacto de amor e interés incondicional. Para desayunar sólo hacen falta huevos. Si no tienen buen estómago para digerir que posiblemente sujeto no vea en ustedes una pareja potencial (quizás sujeto ni siquiera quiere una, es feliz siendo sujeto sin compromisos que hace buenos chilaquiles), entonces no se metan hasta la cocina.

He dicho.

-Cuándo aprenderé. Yo no estoy cortada para estas relaciones modernas.
-Entonces deja de buscarlas, Lu.
-¿Le dejo de hablar?

Y su teléfono sonó.
Sí, era sujeto.
Lo que ocurrió después, se los dejo a su interpretación.