21 de marzo, 2019
Quisiera congelar este momento, este instante en donde me acoges en tus ojos,
donde me abrazas con tu sonrisa,
donde desaparecemos del mundo otra vez.
Alguna vez dijimos que volveríamos a estar juntos,
quizás en un par de años, no más...
Ingenuamente creí que eso era una eternidad,
ahora ya casi ha pasado una década,
¿un par de años?
Eso sólo fue un pestañeo.
Y te veo ahora y no puedo creer que eres un hombre,
un hombre con sueños y planes,
un hombre con responsabilidades y éxitos,
un hombre con el que por momentos quisiera pasar el resto de mi vida,
una vida de escucharte, de verte dormir, de hacerte reír,
una vida de sentirte y destruir camas, sillones y asientos traseros de autos,
una vida de sorprenderte, de enamorarte, de soñarte.
Te quiero tanto...
tanto como he intentado no hacerlo.
Hasta hace poco acepté que no quererte es imposible, tan imposible como estar contigo.
Así, me remito sólo a los momentos que se derriten entre nuestros dedos,
que se entrelazan y se separan,
a los instantes que se escurren entre nuestros besos y abrazos,
a las memorias que prevalecen en mis sueños.
A veces quisiera adelantar mi vida otra década sólo para saber si tú y yo finalmente coincidiremos,
sólo para saber si el nombre que yace impreso en mi historia desde sus inicios oficiales será el mismo nombre que terminará a su lado. (Y sólo tú entenderás esto)
Pero no puedo hacer eso.
Sólo me resta seguir viviendo, como lo he hecho hasta ahora,
conservando en mi memoria nuestros momentos y
algo entre nosotros
algo que espero nunca termine.
Pequeña Lu
No hay comentarios:
Publicar un comentario