No sé qué es lo que estaba pensando cuando dudé sobre lo que sentía por ti...
Sé que el tiempo vuelve nuestras vidas un devenir imperceptible y monótono, una constante rutina que va desde el despertador en la mañana hasta el aroma de las sábanas a media noche.
Pasan los días y, enmohecidos en nuestra cotidianidad, no nos percatamos de lo que ha ocurrido, lo que hemos aprendido, lo que hemos crecido, lo que hemos llorado, lo que hemos reído, lo que hemos incorporado a nuestro espíritu y a quien somos. Transitamos por el tiempo, preocupados por miniedades y pequeñeces, estupideces como algún chisme en la oficina o las calorías en la comida, sin ver lo maravillosa y entrañable que es nuestra existencia; lo peculiar que es observar a gente en la calle, en el metro, en el tránsito...
Pequeños milagros cotidianos como una sonrisa o un café endulzado con palabras, sus palabras, tus palabras.
Pequeños milagros cotidianos como una sonrisa o un café endulzado con palabras, sus palabras, tus palabras.
Hemos estado juntos desde lo que me parece toda una vida. Estos años me han parecido fugaces y sigo sin entender en que momento reuniste el valor para amarme a lo largo de este tiempo, pese a todo lo que ha ocurrido y las necedades a las que me he aferrado una y otra vez.
Tú sigues aquí, sin importar donde esté, no me has dejado.
Me he ido.
He regresado.
Me he vuelto a ir.
Y aún no sé si regresaré...
Desde tres continentes te he llamado, en diferentes horarios, en distintos contextos.
Siempre has contestado.
Incondicional.
Eres la constante,
la seguridad,
la certeza...
Y nunca me he sentido sola pese a la distancia, te llevo conmigo, amarrado a mis recuerdos y a lo que es en realidad mi hogar ahora: tú.
Sin darme cuenta cómo, eres mi pasado, mi presente y mi futuro.
Esta noche, que te veo en esta pantalla fría y distante, siento que te tengo aquí, junto a mí, percibo el calor de tus ojos y la dulzura de tus labios. Puedo incluso oler tu sudor.
Tú sigues aquí, sin importar donde esté, no me has dejado.
Me he ido.
He regresado.
Me he vuelto a ir.
Y aún no sé si regresaré...
Desde tres continentes te he llamado, en diferentes horarios, en distintos contextos.
Siempre has contestado.
Incondicional.
Eres la constante,
la seguridad,
la certeza...
Y nunca me he sentido sola pese a la distancia, te llevo conmigo, amarrado a mis recuerdos y a lo que es en realidad mi hogar ahora: tú.
Sin darme cuenta cómo, eres mi pasado, mi presente y mi futuro.
Esta noche, que te veo en esta pantalla fría y distante, siento que te tengo aquí, junto a mí, percibo el calor de tus ojos y la dulzura de tus labios. Puedo incluso oler tu sudor.
Nunca he sido alguien de pocas palabras. Menos alguien práctica. Siempre, de una u otra forma, complico mi vida un poco más; como quien no puede conformarse con la rutina de la vida adulta estilo godinez, la seguridad Godínez, el confort del empleado de nómina, de la esposa inmaculada, de la hija de papi.
No puedo, creo que nunca podré.
No puedo, creo que nunca podré.
Me he ido lejos por segunda vez. Y sigues ahí, aquí... Esperando por mí. Me da miedo creer que alguien pueda amarme así, no me siento digna de tal gesto, de tal milagro.
Y nadie lo cree...
Pocos entienden que esto pueda existir.
Y nadie lo cree...
Pocos entienden que esto pueda existir.
Por momentos ni yo lo creo.
Sin embargo, siempre logras manterme tuya, cautiva en tus brazos intangibles.
No puedo sentirme yo misma en otros.
Ya no.
No puedo sentirme yo misma en otros.
Ya no.
Te amo.
Más de lo que amado antes o lo que creí posible...
No estoy contigo, estoy en ti; y estando del otro lado del mundo, absorbiendo la cotidianidad de lo desconocido y exótico para mí, me he descubierto extrañando el devenir ya no tan gris de mis días en México. La persistencia en mi subconsciente y consciente de la rutina de tus manos largas y tus ojos intensos.
Al final... lo más fortuito de esta experiencia internacional y extravagante es que, irónicamente, sólo enmarca lo inolvidable que has sido para mí. Lo único y especial que en realidad eres.
Y lo cotidiano es lo extraordinario.
Más de lo que amado antes o lo que creí posible...
No estoy contigo, estoy en ti; y estando del otro lado del mundo, absorbiendo la cotidianidad de lo desconocido y exótico para mí, me he descubierto extrañando el devenir ya no tan gris de mis días en México. La persistencia en mi subconsciente y consciente de la rutina de tus manos largas y tus ojos intensos.
Al final... lo más fortuito de esta experiencia internacional y extravagante es que, irónicamente, sólo enmarca lo inolvidable que has sido para mí. Lo único y especial que en realidad eres.
Y lo cotidiano es lo extraordinario.
Hace varios años te dije que sí.
Jamás imaginé todo lo que pasaría en los meses por venir, pero todo pasó y sigue pasando.
Jamás imaginé todo lo que pasaría en los meses por venir, pero todo pasó y sigue pasando.
Creo que este tiempo no es nada comparado con lo que nos resta.
Por primera vez en mi vida siento la certeza de que he terminado mi búsqueda.
Gracias por encontrarme.
Por primera vez en mi vida siento la certeza de que he terminado mi búsqueda.
Gracias por encontrarme.