lunes, 24 de junio de 2013

Entre cartas y mails 1 (AEN)


08.08.2015

Me llamaste desde Nueva York.

No sé ni cómo empezó. 
No sé cómo detenerlo. 

La volví a ver hoy, la película que me recuerda a ti, bueno... esa puede resultar una descripción ambigua si pienso en el número de cintas que te cristalizan en mi mente. No pienso que sea yo masoquista. Me gusta pensar que más bien soy romántica, un ser humano con alma de artista, de escritora. Alguien que no puede simplemente vivir como la gente normal, un alma que está en busca de nuevas cosas: sabores, olores, dolores, placeres, memorias y pasiones. 

Pasión. 

Sigo sin explicarme qué me hiciste. Ya te lo he dicho, yo nunca quise esto. Sólo fue un mes, quizás un poco más, ocho años después... eres el aire mismo. No puedo verte, no puedo olerte, tocarte... Pero te siento, por todos lados. Sin aire no he de sobrevivir, ¿podré sin ti?

Te amo. 

Sí, tengo ya que decírtelo. Nos he visto, en mis sueños, sueños que he sentido reales más de una vez. Y me amas. Tus ojos me ven como si no hubiera nadie más. Me tomas, como si fuera la primera vez, la última, y yo te amo a cambio, para siempre. No hay más dudas, ni búsquedas. 

Nos encontramos.

No sé qué más puedo ya decirte. Te he dicho todo. Sabes que he escrito de mil maneras para hacerte saber lo que pienso, lo que siento, lo que espero. Pero nunca has hecho nada, nada como lo que yo he hecho. 

No sé si tú manejarías en medio de la noche para encontrarme. No sé si tú escribirías irracionalidades para atraer mi atención, mi opinión o admiración. No sé si tú dejarías a la única persona que quizás te ha amado sinceramente por mí. No sé si tú serías para siempre, o si al menos lo intentarías. 

Nunca ha sido el momento ideal. ¿Acaso eso existe? Mi oficio me ha enseñado que las historias más entrañables están llenas de decisiones complejas. Del todo por el todo, del todo por la nada. Si mi vida fuera una novela, un cuento, un guión; si mi vida me pidiera decidir mañana... 

¿Tú lo harías?

Entonces entiendo que no. Probablemente... Nunca.

Sería tuya, lo sé, lo he visto. 
Me sentiría como aire a tu lado. Viva, ligera, libre, inmensa, espontánea. Respiraría de ti, por ti. 
Nunca ha habido alguien tan especial. No para mí. Pero tengo miedo, porque te conozco bien. 
Ya me has roto. He recogido las astillas de mi propio corazón múltiples ocasiones, esperando que algún día mi alma sane, de una vez por todas. 
Lo harías de nuevo. 
Quizás lo haría yo. 

No puedo. 
No me siento fuerte. 
Él me ama demasiado, él ha hecho todo lo que tú no hiciste nunca y que probablemente no harás. Porque lo has hecho por otras, todos estos años, pero no por mí, nunca ha sido por mí. 
No merece esto. Ni tu mereces lo que quiero para nosotros. 

Te amo.
Sin palabras, sin cadenas, sin tiempo. 

Pudimos ser... Pudimos ser. 

Y el aire, el aire no se extingue. 

Lu

miércoles, 19 de junio de 2013

Un inicio (AEN)


Si pudiera resumir mi historia en una palabra...  probablemente sería “amé”. Si fuera más precisa, sería “lo amé”. Y es que estos últimos años, porque este relato gira principalmente en torno a ellos, él ha prevalecido. Distante, cercano, dentro, fuera, lejos, casi perdido;  pero no del todo, no aún. 

Lo conocí en una plaza, una de esas a las que vas con las amigas a dar la vuelta, babosear frente a los aparadores, probarte ropa y fingir que llevarás toda la tienda, aunque no tengas un peso que gastar. Esta vez había una causa especial para ir e incluso un poco de dinero, íbamos a comprar unas playeras para después mandarles imprimir un motivo de esos que uno cree simboliza una amistad verdadera, eterna. Ahora sé que esas cosas son necedades, la amistad no se define por un dije de best friends, un pacto de sangre, un grupo exclusivo en Facebook y mucho menos por un trozo de tela. Aunque admito que aún la tengo en el clóset, incluso la usé en la universidad, años después. 

Estaba en el probador, midiéndome la prenda, mientras pensaba en un compañero de la universidad, habíamos ido al cine ese día, él y yo... y, bueno, otros seis colegas más -sí, “colegas”, suena muy propio, pero pueden también llamarse así.- Cuando recuerdo esos tiempos en los que era una estudiante llena de vida y de sueños sin definir, no puedo evitar sonreírme. Hoy estoy en éste cubículo, cuadrado, donde creo que mis fantasías han quedado atrapadas, casi muertas.

Pensaba en él. Me había dado la mano ese día, durante la proyección, y me sentía algo tonta por emocionarme así, a los 19 años, de que alguien me tomara la mano. Supongo que esos gestos de amor siempre nos hacen sentir un hueco en el estómago, un hueco que se hace al entrar a una burbuja narcótica de expectativa, adrenalina, en donde el ¿qué pasará? te hace olvidar la película, te hace bloquear cualquier sonido ajeno a la voz de la persona que se encuentra contigo, dentro de la burbuja, compartiendo un momento efímero y breve. Y como cualquier burbuja, revienta rápido. Los créditos de la cinta corren, todos se levantan, él suelta tu mano y todo se restablece, como si nada hubiese pasado. Uno no quiere que los demás se enteren de aquel acto atrevido, es bien sabido que las burlas de los compañeros son inevitables en los casos en que esta información romántica y privada es revelada.

Y mi mente seguía en él, en sus manos suaves y sus bromas. Me quedó la talla mediana, at last!  Me vestí y salí del probador. Ari y yo fuimos a la caja. Nos encontramos con Alicia y Ana. Las saludamos. Y ahí, en ese momento, lo conocí. Jamás pensé que ese día afectaría los siguientes años de mi vida y, lo peor, nunca imaginé que ese inofensivo hombre, hasta ese momento, definiría aspectos de mi persona, me haría llorar, me haría reír, me haría pensar, me haría escribir, me haría, hasta cierto punto, vivir permanentemente en la burbuja narcótica descrita anteriormente. Pero viviría sola, esperando en vano a que reventara o reviente. Creo que aún sigo ahí... Dentro.

Extendió su mano y se acercó para darme un beso en la mejilla. Yo lo saludé sin inmutarme. Viniendo él con Alicia, quien lo presentó, era obvio que se traían algo. Así que por ese momento él parecía propiedad de ella. Me volteé y fui con Ari a la caja. Mientras hablaba con ella sobre cómo pagaríamos, volví la mirada, quizás porque sentí la suya, y lo descubrí husmeando en un lote de rebajas; pero sí, me estaba viendo y yo lo vi de regreso, dando pauta al inicio de una complicidad que perduraría más allá de lo que ambos pudimos pensar en ese momento. 

Algo entre nosotros - Una introducción

A continuación presento mi intento de comenzar una novela literaria, virtual, que he decidido titular "Algo entre nosotros".

Las entradas sobre la novela tendrán un distintivo (AEN). Otras entradas, ajenas a lo que espero sea un libro al final, únicamente tendrán un título simple.

Esta novela no está precisamente premeditada, por lo que no tengo una trama establecida, simplemente dejaré que se vaya desarrollando, con la inspiración diaria. Lo que puedo decirles, es que es muy probable que hable del amor, las pasiones humanas, los conflictos del deber ser y, probablemente, cuestiones un tanto fantásticas.

No daré más detalles, simplemente que espero que este blog me permita desarrollar una disciplina hacia mi pasión por escribir, donde no pase más de una semana sin que lo haga y donde pueda compartir mis avances con los lectores, que siempre resultan una gran motivación y buen espejo para la retroalimentación y el crecimiento.

Gracias por leer.